13/02/2022
Hay que reconocerlo: en nuestro mundo todos queremos vivir como ricos, tener de todo, divertirnos y, además, que te valoren y hablen bien de ti. Por eso, este domingo hay algo que no encaja… Si de verdad nos tomáramos en serio el evangelio de hoy, estaríamos escandalizados al escuchar a Jesús decirnos: “¡Bienaventurados los que pasan necesidad, los que tienen hambre, los que lloran, los excluidos y descartados!”
Si nos tomáramos en serio a Jesús, tendríamos que salir de la misa enfadados con él, o por lo menos molestos: “¡Pero, Jesús, cómo puedes decir eso! ¿A quién se le ocurre pensar que la bienaventuranza (dicha, felicidad) está en quienes padecen esas situaciones? Si lo que quieres es que seamos buenas personas y que ayudemos a los pobres, no hace falta ponerse así. Mira qué carteles más majos hemos hecho para la Jornada mundial del enfermo y para la Campaña contra el hambre de Manos Unidas. ¡Y quédate tranquilo, que ya he traído un euro para echar en la colecta! Además, hoy es día de elecciones en Castilla y León, y voy a votar a los que siempre voto, que son gente que sabe lo que hace… Así que no hay que ponerse dramáticos, que la vida son dos días. Ahora nos vamos a tomar algo al bar y nos olvidamos de todo. ¿Te vienes?”
Y Jesús responde: “Gracias, pero es que estoy con unos amigos africanos a los que tengo que atender… Mira, esta es Pamela, de Cáritas de Uganda, que necesita construir siete pozos y un depósito de agua de lluvia para la gente de su diócesis. Y este es el padre Aristide, de Madagascar, que necesita cinco aulas escolares y servicios higiénicos para que los niños de su pueblo puedan estudiar… ¡Por favor, no te olvides de que para ellos es la colecta de Manos Unidas de hoy! Pero, sobre todo, no te olvides de que ellos son los bienaventurados de este mundo, porque el sueño de Dios Padre es para sus hijos más necesitados, y su alegría es que mejoren sus condiciones de vida… Entonces, ¿te vienes tú con nosotros?”
El lema de la Campaña contra el Hambre 2022 es: “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. Ojalá lo entendiéramos de verdad: el pecado de los que vivimos bien no es nuestra riqueza, sino nuestra indiferencia ante la multitud de hermanos empobrecidos y nuestro olvido de Jesús presente en ellos. Por eso, el Señor no se cansa de decirnos: “Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, estuve enfermo y me visitasteis”… Y por eso, este domingo, cuando tú estés en el bar o tomándote algo en casa, él insistirá: “¿Te vienes tú con nosotros?”