ACTUALIDAD DIOCESANA

22/06/2021

“Tiene que darse a conocer la figura del diácono permanente en las parroquias”

José Luis López celebró el pasado mes de enero sus bodas de plata en el diaconado dentro de la Diócesis de Salamanca, de lo que se siente orgulloso por el trabajo realizado y por toda la gente que ha conocido en todo el camino

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

José Luis López Redondo, de 90 años y natural de Arcos de la Polvorosa (Zamora), se convirtió hace 25 años en uno de los primeros diáconos permanentes de la Diócesis de Salamanca, “fue el obispo Braulio Rodríguez quien me ordenó el 7 de enero de 1996 en Salamanca, y me encomendó servir a las parroquias de Vecinos, Las Veguillas, Cortos de la Sierra, Membribe y Navagallega”.

Con anterioridad, en la época del obispo Mauro Rubio, fue director de la Casa de la Iglesia y profesor de Religión de Primaria en el C.R.A. “Alto Alagón”. Como recuerda este diácono permanente, de niño, su madre era practicante, lo sentía de verdad, “éramos cuatro hermanos y todos teníamos que ser monaguillos”.

Desde pequeño fue al seminario, donde estuvo cinco años, pero después, se salió, e hizo el servicio militar, “pero nunca dejé de tener contacto con los curas de allí, ni de ir de misa de vez en cuando”.  Sus siguientes pasos le llevaron a estudiar Teología en los Dominicos, “y fue cuando don Mauro me encargó ser director de la Casa de la Iglesia”.

Sus primeras parroquias

Un día, el obispo le planteó la posibilidad de ser diácono permanente, “prueba a ver si te gusta”, le dijo el prelado, “y así fue. Veníamos a reuniones quincenales o mensuales, y al final nos ordenó a tres el ya obispo Braulio Rodríguez”.  José Luis López era consciente del trabajo que había que desempeñar en las parroquias, “al principio llevaba tres pueblos, porque don Amado, de la parroquia de San Mateo, estaba malito, pero cuando se recuperó nos repartimos los seis”. “Yo iba con una cierta precaución, ya que iba vestido casi de cura, y la gente no entendía, pero me recibieron muy bien”, apunta este diácono.

López Redondo daba catequesis de Comunión y de Confirmación, “en dos años seguidos libraba un día a la semana”. Además, daba clases de Religión en las escuelas, entre otras tareas. “Trabajé mucho, casé, bauticé, enterré, e hice todo casi como un cura, en todo lo que podía, según mis posibilidades diaconales”, subraya. Y él animaría a la gente a que pregunten, “porque la gente no sabe lo que es un diácono permanente”.

Cuando le ordenaron de diácono propuso a por el entonces vicario de Pastoral de Diócesis de Salamanca,  Joaquín Tapia, “que tuviéramos un tríptico sobre el diaconado para repartir en las parroquias”. Y como asegura, fueron pasando los años. Y trabajó mucho, “sobre todo al principio, que hacía mucha falta”, pero siempre satisfecho de todo lo que ha realizado. José Luis piensa que la diócesis tiene que hacer todo lo que pueda para promover la figura del diaconado permanente, “yo me ofrezco a ir a las parroquias para contar quiénes somos y lo que hacemos”.

 

José Luis López junto al sacerdote Domingo Martín, responsable de la Delegación diocesana para el Clero, y sus compañeros diáconos permanentes, Juan Bosco, David González y Francisco Sotillo.

 

 

 

 

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