ACTUALIDAD DIOCESANA

16/03/2022

Un centenar de personas participan en el primer encuentro sinodal “motivador”

El colegio Amor de Dios acogió esta cita “motivadora y sanadora”, que reunió a integrantes de diferentes grupos sinodales de la capital y la provincia

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El camino sinodal que vive la Iglesia en Salamanca tuvo su epicentro el 12 de marzo en el salón de actos del colegio Amor de Dios. Allí tuvo lugar el primer gran encuentro del Sínodo al que estaban invitados a participar todos los integrantes de los grupos sinodales de toda la diócesis.

Tras el saludo inicial y una pequeña reflexión a cargo del responsable sinodal, el vicario de Pastoral, Policarpo Díaz, se dedicó un momento a la oración en común, de “Adsumus, Sancte Spiritus”, la invocación al Espíritu Santo para comenzar cada reunión sinodal. Cabe recordar que está atribuida a San Isidoro de Sevilla y que se usó al inicio de cada sesión del Concilio Vaticano II, y durante siglos, fue usada en concilios, sínodos y otros encuentros eclesiales. Después, todos los asistentes cantaron juntos “Mientras recorres la vida”, para dar paso a una sesión formativa.

En este caso, a cargo del catedrático de Psicología, Alfonso Salgado, miembro de la Comunidad de Vida Cristiana y de la comisión diocesana del Sínodo. Su intervención llevaba por título: “Papel de los laicos en una Iglesia sinodal”. Al respecto, quiso compartir con la comunidad diocesana algunas inquietudes sobre el papel de los laicos, poniendo en valor tres aspectos.

La vocación al laicado

“Uno es que la vocación al laicado es una vocación específica, no es la ausencia de vocación religiosa, es la vocación a ser laica o laico, personal, dirigida a ti o a mí, para vivir el seguimiento a Jesús como un laico”, apuntaba sobre su intervención.

Alfonso Salgado en un momento de su intervención.

Por otra parte, subrayó que el papel del laico en la Iglesia es fundamental, “y eso es lo que nos pide la Iglesia a los laicos, un papel de participación, fuera de la iglesia, en nuestras familias, en nuestros lugares de trabajo, en la plaza pública, en la asociación de vecinos o en la asociación de madres y padres de los niños en nuestro colegio, ahí es donde nosotros debemos ser cristianos en el mundo”.

De esta forma, también aseguraba, “demostramos a toda la Iglesia, y también a los clérigos y a los religiosos, que es en el mundo donde debemos buscar y encontrar a Dios”. Por último, dentro de sus reflexiones también resaltó la idea de que los laicos, “formamos parte de la familia de la Iglesia, de la única comunidad que existe, que fue pensada y soñada por Jesús para encontrarnos entre nosotros, para encontrarnos con Él, y sobre todo, para salir a la misión”.

En medio del mundo

Y a modo de conclusión, Alfonso Salgado considera que los laicos tienen que tener muy presente que la Iglesia en medio del mundo se resume en esos tres aspectos que ha destacado: “El laico como una vocación específica para estar en medio del mundo, quien lleva el mensaje de Jesús, y para formar parte también, como una vocación específica, en el camino que hacemos todos juntos, eso es Sínodo, sobre todo, caminar todos juntos para construir desde la Iglesia, al servicio del mundo, más justo y mejor”.

Sobre este encuentro, el responsable diocesano sinodal, Policarpo Díaz, recordaba que en esta ocasión, se había centrado en la escucha, “que nos ha ayudado mucho a descubrir que somos un pueblo que camina, bastante amplio, cien personas hemos participado, a pesar de las múltiples convocatorias del día”. Al respecto, destacó la ilusión que transmitían, “con mucha fidelidad y creatividad”.

Respecto a la intervención de Alfonso Salgado, reiteraba que les había hecho vibrar con la vocación laical, “nos ha descubierto toda esa belleza, esa hondura de esa vocación a la que el Señor llama a algunos, para que sean verdaderamente transformadores desde el Evangelio, y desde Dios al mundo”.

En tres talleres

Tras la ponencia de Salgado, los participantes de este encuentro se dividieron en tres grupos para participar de forma rotatoria en sendos talleres sobre la escucha: “Tres grandes latidos donde afilar la escucha a los oídos del corazón, el primero, la palabra de Dios, porque no podemos iniciar una escucha del mundo sin haber escuchado antes esa palabra revelada, eterna, que no pasa de moda, viva, fresca y eficaz, que es la palabra de Dios en su amor”, aclaraba.

Un segundo taller fue al mundo, “a los latidos del mundo, la vida, donde la gente ama, sufre, goza, donde se debate entre la vida, y a veces, en unas condiciones de mucho sufrimiento, y donde estamos invitados a poner el oído y el corazón, como testigos de Jesús”. En esta ocasión, se puso la mirada en el pueblo ucraniano, compartiendo sus historias de vida y tratando de transmitir un mensaje hacia ellos. Además, se rezó por la paz con la oración compartida por el papa Francisco.

El tercer taller estuvo centrado en la escucha a uno mismo, “la conciencia del propio corazón, trabajarnos por dentro, la interioridad, la importancia de crecer desde dentro, de alimentarnos bien, para no tragarnos cualquier sapo, si no verdaderamente crecer realmente en un dinamismo cada día, más a lo que Dios nos quiere llamar, a ser cada día más hijos, más hermanos, a caminar más juntos, a ser una Iglesia verdaderamente sinodal, en la que todos cabemos, absolutamente todos, y donde tenemos que acogernos unos a otros y caminar juntos”.

 

Mensajes de los participantes en el encuentro sinodal al pueblo ucraniano.
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