ACTUALIDAD DIOCESANA

30/04/2021

Un espacio “abierto” a la esperanza

Con este recurso de Cáritas diocesana de Salamanca recordamos la actividad caritativa de la Iglesia a través de la iniciativa #HazMemoria, que repasa toda su labor a través de diferentes temáticas

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Las drogas, la vulnerabilidad social o las enfermedades mentales son algunas de las situaciones que más se repiten entre los usuarios de Espacio Abierto, el recurso de Cáritas diocesana de Salamanca que abrió sus puertas hace ya seis años en la actual ubicación, junto a la iglesia del Arrabal, junto al río Tormes.

David Martín, coordinador de Espacio Abierto, en la puerta de acceso al centro.

Como recuerda su coordinador, David Martín del Molino, pertenece al área de inserción social, y es donde atienden a personas sin hogar o en otras situaciones de exclusión social. “Atendemos las necesidades básicas de alimentación e higiene, y además, promocionamos a la persona a través de su potenciación para un cambio positivo en su vida”.

La iniciativa de la Conferencia Episcopal #HazMemoria, que tiene como objetivo dar a conocer la labor de la Iglesia, esta semana se centra en la actividad caritativa y la atención a personas vulnerables. Uno de esos recursos es este centro de Cáritas. En 2020, en Espacio Abierto atendieron a un total de 447 personas diferentes, 108 de ellas nuevas. En cuanto al sexo, el 86% eran hombres frente a un 14% de mujeres.

Vulnerabilidad social

Las personas que acuden a Espacio Abierto pueden hacer uso de las duchas, donde se les facilita gel y toallas.

Además, el 54% es de nacionalidad española y el resto extranjeros. “El perfil que acude es de personas que han tenido contacto con las drogas, en situación de máxima vulnerabilidad social, con trastornos de salud mental, y quizás, las mujeres que suelen venir tienen relación con la prostitución”, argumenta su responsable.

En este centro ofrecen diferentes servicios, entre ellos, el comedor, ducha y lavadora, ordenadores, guardado de pertenencias, la recogida de correspondencia, etc. Y como detalla Martín del Molino, a sus usuarios se les ofrece otro tipo de actividades grupales, “como talleres, salidas culturales, grupos de motivación, entre otros”.

Comedor del centro

En cuanto a otros datos de 2020, la media diaria es de 35 personas, y el servicio de comidas se divide en dos turnos de 20 para cumplir con las medidas de higiene y distancia social. Asimismo, el equipo de Espacio Abierto, formado por cuatro educadores, dos cocineros, 19 voluntarios (13 en activo por la pandemia) y alumnos en prácticas, ha atendido de forma individual a 361 personas diferentes, el 80% del total, y 127 ha participado en personas diferentes, el 28%.

De lunes a domingo

En lo que va de 2021 (de enero a abril), ya han pasado por Espacio Abierto un total de 194 personas diferentes, según subraya el coordinador del recurso. Las puertas de este centro se abren los 365 días del año, de lunes a domingo y los festivos.  Con motivo de la actual pandemia han tenido que adaptar su actividad a la misma, cumpliendo con las normas sanitarias, “y adaptar nuestros horarios y servicios a la realidad actual”. Esta situación les ha obligado a delimitar servicios y horarios, “aunque la gente tiene cubierto sus necesidades básicas pero con tiempos más marcados”.

Yuliya posa con uno de los objetos que ha preparado en el taller de manualidades de Espacio Abierto.

Yuliya es una de las usuarias de Espacio Abierto, junto a su pareja, José Luis, que acude también a este recurso. Ella viene desde hace cinco años, y como muchos de los beneficiarios de este centro, admite que su historia de vida, “es un poco triste”. Esta ucraniana lleva 22 años en España, lejos de su familia, a donde llegó para buscar un futuro mejor y huir de la pobreza de su país.

“Tengo contacto con los míos por videollamada, y mis padres están bien, pero es difícil, venir a un país donde no conoces a nadie, tienes mucho miedo, pero hay que seguir adelante”, admite. Ella considera que ser emigrante no es fácil, “sufrimos mucho”. En Espacio Abierto, Yuliya se siente acogida, “puedes hablar con la gente, te aconsejan los profesionales”.

Grupo de motivación

Taller de motivaciónMiguel Ángel es otro de los usuarios de Espacio Abierto, donde también acude al grupo de motivación y cambio dirigido por el coordinador del centro. “Nací en Salamanca, estuve casado 18 años y 30 con la misma persona, pero cuando me separé tuve un bajón emocional, y me considero dependiente emocional, y por eso mi vida cambió”, describe. Después cuenta como montó unos negocios de hostelería, “y al no saber gestionar esa emoción me derivó a consumir sustancias, y a fracasar en todo, en lo personal y en lo económico”.

Para Miguel Ángel venir a Espacio Abierto le aporta un crecimiento personal, “un conocimiento para aceptar todo lo que perdí y lo que puedo ganar y estoy ganando, y poco a poco lo estoy consiguiendo, gracias a Cáritas, sobre todo, y a los compañeros y la gente que está aquí, y a mí, porque si no quieres, no puedes”. Su deseo de cara al futuro es tener una estabilidad emocional, “y la economía es importante, como un trabajo para mí, y mis hijos, que están ahí”.

José Luis se siente acogido y acompañado en Espacio Abierto.

José Luis es la pareja de Yuliya, natural de Salamanca. Desde hace 6 años acude a Espacio Abierto y como relata, “me tratan bien, hay psicólogos, terapeutas, voluntarios, y se hacen talleres de manualidades, de motivación, y lo que quiero es que me aporte más estabilidad”. Al igual que sus compañeros, confiesa que su historia es un poco triste y difícil: “Estuve 28 años con drogas, enfermo, y me resulta difícil el día a día, tengo bajos y altos, y a través de Espacio Abierto he encontrado un sitio donde puedo progresar poco a poco, me siento acogido y acompañado, estoy bien”.

Nueva vida

José Luis quiere dejar atrás su pasado, y desde hace 11 meses ya no consume sustancias, tras 28 meses con tratamiento de metadona, y como él mismo recuerda, “13 años en la calle, con un problema de drogadicción, 18 años consumiendo heroína y cocaína, del que ya estoy recuperado”. Y lo ha conseguido solo, como admite, “sin ayuda familiar ni de nadie, solo de mi compañera sentimental, y ahora, la ayuda de Espacio Abierto”.

Antonio Solano colabora como voluntario en Espacio Abierto.

Antonio Solano, de 67 años, es uno de los voluntarios de Espacio Abierto, desde hace tres años, pero como él mismo relata, fue usuario del mismo durante un año y medio. “Venir aquí me aporta, al no tener nada que hacer, porque estoy jubilado”, reconoce. Y recuerda agradecido el trato que recibió en Espacio Abierto cuando fue usuario, “fue muy bueno, del servicio, los voluntarios y la dirección”. Solano admite que el único sitio donde se encuentra bien cuando no tiene nada que hacer, “es aquí, por eso vengo”.

Suele llegar al centro sobre las doce del mediodía, “a veces pongo las mesas, barro el patio, y subo a la primera planta, donde están los baños, y llamo a la gente que se va a duchar, a los que les facilitamos el champú, el gel,  las toallas o las maquinillas de afeitar”. Sobre las dos bajan al comedor y también colabora en lo que haga falta.

 

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