ACTUALIDAD DIOCESANA

31/08/2020

Un nuevo icono de San Juan de Ávila para la capilla de la Casa de la Iglesia

El sacerdote diocesano, Domingo Martín Vicente, dona la obra como despedida de su trabajo en la Delegación diocesana del Clero

 

El sonido de la cítara daba paso a la presentación del nuevo icono de San Juan de Ávila que ya cuelga sobre una de las paredes de la capilla mayor de la Casa de la Iglesia, donado por el sacerdote diocesano, Domingo Martín Vicente, como gesto de su paso por la Delegación del Clero. Una de las hermanas agustinas del Monasterio de la Conversión de Sotillo de la Adrada, en Ávila, era las responsables de tocar este instrumento de cuerda, minutos antes de dar a conocer la obra, pintada por la hermana Francis Robles.

El icono de San Juan de Ávila. FOTOS/ Óscar García

Cabe recordar que San Juan de Ávila (1499-1569) es Doctor de la Iglesia y patrono del clero español. Domingo Martín Vicente, que ha donado el icono, recordó que se trataba de un sueño hecho realidad, “y que compartía con la Delegación del Clero, del que era integrante”. Y en el momento de dejar el servicio, “me parecía que me correspondía a mí el gesto de esta idea”.

En este sentido, este presbítero considera que existe un déficit en la Diócesis de Salamanca respecto a la figura de San Juan de Ávila, “un cura diocesano, quien fuera un Doctor de la iglesia, y esa idea me acompañó durante este tiempo compartido con los hermanos, y al ser yo el mayor y terminar mi etapa, he podido ahorrar como he podido para llegar al final y adquirir esta obra”. Domingo Martín subraya que con “mucho gusto” hace este gesto a la Diócesis, “a la que debo tanto, y a los hermanos sacerdotes, a los que he procurado ayudar”.

La importancia del Evangelio

Por lo tanto, añade que se pone en las manos e intercesión de San Juan de Ávila, “para seguir siendo discípulos misioneros como el Papa nos recuerda, tengamos la edad que tengamos”. Para Domingo Martín Vicente, este icono “es una llamada y un volver a recordarnos la importancia del Evangelio en la vida del misionero como era él… y los sufrimientos que lleva consigo ese ejercicio, como San Juan de Ávila, que estuvo en la cárcel y acabó sus días en soledad y con la Cruz en sus manos”. Este presbítero cree que su ejemplo puede ayudar a la Diócesis y a sus sacerdotes, “así como a la nueva Delegación del Clero, como estímulo para hacer la tarea que corresponde”.

El sacerdote diocesano, Domingo Martín Vicente

La autora del icono es la hermana agustina del Monasterio de la Conversión, Francis Robles, quien admitía tener el honor “de haber hecho a San Juan de Ávila”, y hacerlo, añade, “siguiendo la tradición de la Iglesia, para hacer una obra litúrgica, porque sabía que iba a ser colgado en un templo, para que se pueda rezar y trascender, porque un icono no es tan sensible, nos traslada a la época del santo”. Esta religiosa asegura que el icono “es una ventana por la que trasciende, el santo nos mira a nosotros, él está en el cielo, no en un tiempo y espacio concreto, sino un espacio físico que es el cielo”.

Ella ha querido representarlo con el Evangelio en la mano, “aunque la Iglesia latina lo suele representar con la Cruz en la mano, pero en los iconos significa el martirio, y por eso, su mano está en oración continua, intercediendo, y la Cruz aparece en el libro que sostiene, que es el Evangelio”.

Una técnica milenaria

El icono de San Juan de Ávila, realizado con la técnica de témpera al huevo sobre tabla de tilo, con oro y pigmentos naturales, es bidimensional, en una superficie plana. El tilo es una madera dulce y no resinosa que se suele emplear para hacer los iconos. La hermana Francis relataba en la presentación que la técnica utilizada es milenaria, “usada por los egipcios en su comprensión de la eternidad, y así nace la madera y la tele enyesada con la que se pintaba con yema de huevo, en un deseo de tener una base duradera para la iconografía”.

La forma de arca, revestida de oro, hace también referencia al arca de la alianza que contenía la Palabra de Dios. Algunos detalles de la obra son las incisiones en la aureola y en el borde superior del icono con el texto “Audi Filia: Escucha hija, mira, inclina el oído…”, escrito en latín. “Los ojos, y su mirada, es la parte que más fuerza debe de llevar en el icono”, afirma, porque ese lenguaje de la mirada, “es el que puede ponernos en oración, sin resaltar emociones y sentimientos”.

La portada del Evangelio tiene la cruz gloriosa, “donde aparece la Cruz con la que relacionamos a San Juan de Ávila en la iconografía occidental”. Los lomos del libro están bañados de azul azurrite y de lapispázuli para resaltar lo divino y espiritual.

Calidad artística

El director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico y Cultural, Tomás Gil, agradecía este gesto de la Delegación del Clero, en manos de Domingo Martín Vicente, “porque adquiere más calidad artística el espacio antes ubicado por una lámina”. Del icono destaca dos aspectos, por un lado, la vestimenta de San Juan de Ávila, “propia para salir a calle, que nos recuerda que está en medio del mundo y sale a la calle”.

Además, se representa con el Evangelio, “y es una novedad, porque se suele representar con alguno de sus escritos, como el “Audi Filia”, y aquí está como apóstol que quiere salir a los caminos del mundo para anunciar la buena noticia de Jesucristo”. Este gesto, según Tomás Gil, “se convierte en un modelo apostólico, que nos sirva para el clero diocesano secular, para configurar nuestro ministerio, y que además de la centralidad de la celebración de los ministerios de Cristo, que también nos demos cuenta de la necesidad de la sociedad de salir al mundo a anunciar la buena noticia de Jesús”.

 

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