20/04/2021
Es como un estribillo que van repitiendo las lecturas dominicales de este tiempo de Pascua: “Vosotros sois testigos de todo esto”.
¿Testigos de qué, de quién? Los primeros discípulos son testigos de Jesús, de su pasión, muerte y resurrección. Testigos y anunciadores de que está vivo, de que la muerte no ha sido el punto final, de que el Dios de la vida y el amor ha resucitado a Jesús. Testigos de un encuentro personal con él, que cada uno experimenta en su propia vida. Testigos de que les cuesta reconocerlo, pero que cuando se da el encuentro con Jesús Resucitado, todo cambia, y dan ganas de decirle a todo el mundo: “Cristo vive y nos da vida”.
¿Cómo experimentan ese encuentro los primeros discípulos? María Magdalena lo confunde con el hortelano, pero cuando él pronuncia su nombre, su tristeza se transforma en una alegría infinita. Los que van decepcionados a Emaús creen que es un caminante más, pero cuando le reconocen al partir el pan, regresan felices a contarlo a sus hermanos. Los encerrados en su casa por miedo, reciben su perdón y su paz, y la fuerza del Espíritu Santo. Tomás, que no creyó el testimonio de sus hermanos, lo abraza como el Crucificado-Resucitado: ya pasó el “ver para creer”, ahora es el tiempo de “creer para ver”.
¿Y todo esto, qué tiene que ver contigo? En el evangelio Jesús dice de nuevo: “Miradme y palpadme, soy Yo”. En este tiempo pascual, Él desea un encuentro renovado, más profundo y personal, con cada uno de nosotros, los discípulos de hoy. Abre tus ojos y oídos interiores y date cuenta de que Él está a tu lado, cada día, mostrándote las llagas de su entrega por ti… Dile con alegría: “Señor, estás vivo y me das vida”… Y escucha cómo Él te dice al oído: “Aquí y ahora, para todos los salmantinos, vosotros sois testigos de todo esto”.