ACTUALIDAD DIOCESANA

18/02/2020

«El trabajo con jóvenes ayuda a estar al día, a que la creatividad no se atrofie»

Andrés González Buenadicha lleva casi seis años al frente de la Pastoral de Juventud de la Diócesis de Salamanca, desde donde asegura que se contagia cada día “de la creatividad, entusiasmo y vitalidad de los jóvenes”.

 

¿Qué le está aportando para su tarea pastoral trabajar cerca de los jóvenes?

Llevo nueve años formando parte del equipo de la Pastoral de Juventud. El balance es muy positivo porque el trabajo con jóvenes ayuda a estar al día, a que la creatividad no se atrofie, a soñar con caminos nuevos, a hacer camino con los jóvenes, que siempre están en búsqueda. En estos primeros años de camino sacerdotal, para mí ha sido un acicate poder trabajar con jóvenes porque ha puesto buenas bases en lo que está por venir.

¿Qué funciones tiene esta delegación?

Animar el tejido juvenil de la diócesis, en comunión con colegios, arciprestazgos, parroquias o movimientos, entre otros. Y también ser como un instrumento para fortalecer el tejido juvenil de la diócesis.

¿En qué momento está en la actualidad?

Es un momento de síntesis, de afianzar algunos puntos fuertes que hemos ido descubriendo estos años.

¿Quiénes integran el equipo?

El equipo está integrado por hermanos de la vida consagrada, como Noemí García, de los Sagrados Corazones; una laica consagrada que trabaja en Cáritas diocesana de Salamanca, Gema Romero; como laicos el director de la Casa de la Iglesia, Raúl Izquierdo, María Marquina, Santiago Casanova, de la Fraternidad Escolapia; dos jóvenes del grupo Jerut; y otro sacerdote, Leo Ramos.

¿Cuál es el perfil de los jóvenes de la Pastoral de Juventud?

Tienen entre 18 y 24 años, algunos en la etapa universitaria o finalizándola; otros trabajando ya. Son jóvenes inquietos, buscadores, que les encanta el trabajo con niños y adolescentes, con ganas de conocer a Jesús y de trabajar por la Iglesia diocesana.

Evangelización de los jóvenes

¿Cuáles son los principales obstáculos para llegar a los jóvenes?

El principal obstáculo es que muchos de los agentes de pastoral juvenil ya no lo somos. Creemos que la evangelización de los jóvenes la tienen que llevar ellos, de tú a tú, y tenemos ciertas dificultades. El lenguaje que tenemos en la Iglesia tendría que adecuarse mucho más al del mundo juvenil, y hacer un esfuerzo mayor por conocer los ámbitos donde el joven se mueve, y no tener miedo. Como las redes sociales, el mundo del deporte o la música. Tenemos grandes desafíos para conectar con el corazón de los jóvenes.

¿Qué piden y esperan los jóvenes de la Iglesia?

Sobre todo, piden que se les tenga en cuenta, que se les escuche, que no solamente sean ellos receptores de iniciativas y acciones pastorales, sino que ellos sean protagonistas, que sean los actores y lleven adelante las diferentes acciones y actividades de la diócesis. Y que sean acompañados y queridos.

¿Qué aportan a la comunidad diocesana?

Los jóvenes aportan creatividad, entusiasmo, vitalidad, alegría, ilusión, sueños, proyectos, cambio. El corazón del joven es poliédrico, tiene un montón de caras, de sueños y talentos.

¿Qué papel juega el acompañamiento en la vida cristiana de los jóvenes?

Nos parece que el acompañamiento hoy en día es la clave en la evangelización en el mundo juvenil. El joven es inquieto y buscador de verdades, de certezas, y en esa búsqueda constante se hace necesario el acompañamiento en la vida ordinaria que le ayude a ir descubriendo cuál es el sueño que Dios tiene para él, cómo Dios sueña a ese joven.

¿Cómo se trabaja en ello?

Nos parece fundamental que cualquier joven de la Pastoral tenga un acompañante, casi de condición, que sea acompañado para que pueda acompañar a los niños o adolescentes. Desde la Pastoral Juvenil se ofrece a otros jóvenes diferentes nombres de agentes que pueden hacer esta tarea de acompañamiento en la vida ordinaria.

¿Qué cualidades tiene que tener el acompañante de jóvenes?

Un acompañante de jóvenes sería como el Jesús del relato de Emaús, como alguien que se pone en camino con ellos, que pasa tiempo con los jóvenes, que no los juzga, que los quiere, y en ese caminar juntos les va regalando preguntas de vida para que ellos vayan descubriéndose en ese sueño que tiene Dios con ellos. Un acompañante de jóvenes al final es alguien que ayuda a encender el fuego del corazón y se convierta a su vez en acompañante de otros jóvenes.

(Puedes leer la entrevista completa en la edición impresa de Comunidad, la revista oficial de la Diócesis de Salamanca). ¿Quieres suscribirte? lo puedes hacer en este enlace

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