18/03/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Ciriaco García y Mario Cabrera tenían clara su vocación al sacerdocio. Y cada uno ha tomado este camino, el primero, ya ordenado diácono el pasado verano, y el otro, cursando el segundo curso de Teología, y el tercer año en el Teologado de Ávila.
En el Día del Seminario, que se celebra cada año en la festividad de San José, el 19 de marzo, quieren compartir su testimonio de vida, cada uno en la fase en la que se encuentra, donde admiten ser felices por el camino elegido. Mario Cabrera tiene 22 años, y desde hace tres se forma en el Teologado de Ávila, junto a seminaristas de otras diócesis españolas. En la actualidad, cursa segundo de Teología en la Universidad Pontificia y colabora en la parroquia de Villares de la Reina, junto al sacerdote Andrés González Buenadicha.
“A Villares de la Reina voy los fines de semana, y acompaño en la eucaristía a Andrés tanto allí como en el resto de sus pueblos”, apunta. Además, acude a la catequesis de comunión y de confirmación, u otros grupos parroquiales como el de Fe y Luz. “Aprendo a desempeñar la tarea pastoral del párroco y le ayudo en lo que puedo”, reconoce este joven.
De su toma de contacto con la comunidad diocesana, lo que más le gusta es “ver cómo la gente se interesa por Dios, y ayudar a los hermanos, lo que es una comunidad”, subraya. Mario Cabrera cree que es muy importante para la vida de la Iglesia que las parroquias estén vivas, “que tengan gente, niños y jóvenes con los que poder trabajar y transmitirles el Evangelio”.
En cuanto a su vocación, surgió en su pueblo, en Cantalapiedra, “y fue en la parroquia, y también, junto a las hermanas clarisas, donde me inicié en la fe, hasta que hice la confirmación”. Cuando llegó el momento de iniciar sus estudios en la capital, en Salamanca, tras hacer un año de Historia en la universidad, “fue cuando me di cuenta de que ese no era mi camino, que el Señor no me llamaba para eso, y fue cuando di el paso de entrar en el Seminario”.
Este joven es consciente de que las vocaciones sacerdotales, “son escasas”, pero Mario Cabrera anima a todos los jóvenes a que no tengan miedo, “si al final lo que sienten es que el Señor les llama, pues que den el paso, que al principio puede ser difícil, pero yo estoy convencido, y además así lo experimento, que es algo único que te transforma la vida, que te hace feliz y te hace caminar hacia adelante”.
En relación a la campaña que han lanzado desde el Teologado de Ávila por el Día del Seminario, este joven aclara que se centran en esta ocasión en diferentes vídeos vinculados al Camino de Santiago, “ya que este año se celebra la Peregrinación Europea de Jóvenes a Santiago de Compostela, la PEJ, y se centran en diferentes motivos que están presentes en el Camino, como el bastón, la concha o la cantimplora, unos rasgos que tiene el sacerdote, y que nos ayudan en este camino de vocación, y en la vida”.
Ciriaco García, de 34 años, se ordenó como diácono el pasado mes de julio, y en la actualidad, realiza su etapa pastoral en la parroquia de Alba de Tormes, previa a su ordenación como sacerdote. “Comparto trabajo, vida y misión con Emilio Vicente de Paz, que es el párroco, y con Paco Buitrago, que es otro sacerdote que vive aquí con nosotros en la casa parroquial”, subraya.
En cuanto a su día a día, comienza con la oración, que hace de forma conjunta con los dos sacerdotes con los que convive, “y en este tiempo de Cuaresma también lo hacemos con la comunidad parroquial, nos reunimos con ellos”. Como detalla, las mañanas las dedica sobre todo al estudio, así como a la atención de enfermos y a la visita a las residencias de mayores de la localidad.
“Por la tarde, trabajamos con los niños y jóvenes en la catequesis y la celebración, además de otros aspectos como la preparación de bautismos, con los padres que lo solicitan, o de matrimonios”, enumera Ciriaco García. En Cuaresma, este diácono reconoce que también se ha intensificado el trabajo con las cofradías de Alba de cara a la Semana Santa.
Los fines de semana tienen una actividad más intensa, en especial, de las celebraciones, “porque también vamos a los pueblos más pequeños del entorno, que son comunidades que se han ido quedando más reducidas, pero no por ello se dejan de atender”.
Esta etapa pastoral supone para García realizar la “gran tarea” que tiene por delante, “y que el Señor nos pone por delante en la atención a las diferentes realidades que hay en una en una parroquia”, matiza. Su tarea es estar pendiente de niños, jóvenes y mayores, “de ser cercano, de tener una palabra”.
De forma especial en esta etapa que vive, reconoce, “me está llegando de forma especial, la visita a los enfermos, así como el acompañamiento en el velatorio a las familias que han perdido a un ser querido”. Este seminarista añade que siempre fue algo que vivió desde lejos, como participante, “pero no como aquel que tiene que acompañar en estas situaciones, y es un proceso muy enriquecedor, sobre todo, con la gente mayor, que desde la sencillez de su vida y de la fe, te enseñan a como afrontarlo”. Además, subraya que es una tarea que no requiere hacer grandes cosas, “simplemente estar, acompañar y escuchar”.
Ciriaco García tiene claro que su tarea pastoral actual le prepara para lo que vivirá una vez se ordene sacerdote y sea enviado a una o varias parroquias. “Este año es ir tomando conciencia de lo que será el trabajo como presbítero, como pastor, y como apóstol, y ver cómo los que me preceden lo viven y lo llevan a cabo”, confirma.
Asimismo, asegura que a veces la inmensidad de las tareas puede asustar un poco, “siempre contamos con el apoyo de los sacerdotes y con gente de la parroquia aquí en Alba de Tormes, así como de religiosos y religiosas, que participan en las catequesis, en las reuniones y en los encuentros”. Para este diácono, una de las cuestiones que está aprendiendo es a tener “ese corazón de servicio a todos, de acogida”.
En esta etapa más formativa, señala, él también va adquiriendo responsabilidades pastorales, “pues en vistas al futuro es lo que se tiene que asumir cuando el obispo te encomienda parroquias tras la ordenación”. Ciriaco tampoco deja de aprender cosas nuevas para llevar a la práctica en la atención a la comunidad, “por ejemplo, cómo hacer una oración en un velatorio, o un cursillo de bautismo con padres, etc.”.
Por otra parte, también desarrolla conocimientos de tareas parroquiales menos conocidas, como la gestión interna o de las cuentas, “es el trabajo que no se ve, pero que también forma parte del ministerio, a parte del proceso de organizar las catequesis, y de estar ahí, al pie de cañón”.
Desde el Teologado de Ávila, donde este joven vivió su formación previa a la etapa pastoral, “nos dan unas materias ministeriales relacionadas con el Derecho Canónico o la celebración de los sacramentos, una profundización, más a nivel vivencial y espiritual de lo que significa celebrar un sacramento”.
A la hora de hablar de vocaciones, tiene claro que iniciar este camino al sacerdocio, “a veces cuesta”, en especial, “dar el paso, sobre todo, de contárselo a alguien”. Respecto a su historia personal, confirma que le ayudaron “muchísimo”, los sacerdotes que le habían acompañado como joven, “a descubrir y vivir la fe, e ir viendo qué es lo que el Señor quería de mí, ir viendo esa vocación a la que me llamaba, que es una parte muy importante”.
Cuando Ciriaco le contó a sus amigos de toda la vida que iba a entrar al Seminario, “fue una gran alegría para ellos, de hecho, la frase que más se repitió, fue la de que mucho había tardado en dar el paso”. Pero es algo que pasa a menudo, como reconoce, “en todo el camino del Seminario tienes compañeros que también viven tus preocupaciones y comparten tus alegrías”.
En esta ocasión, el lema elegido para celebrar el Día del Seminario es: “Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino”, y desde el Teologado de Ávila han compartido una serie de vídeos con diferentes mensajes al respecto de sus vocaciones. “Plantearse la fe, la vocación, y dejarse acompañar”, reitera García.
Por último, respecto a este mensaje que se lanza en la campaña desde la Conferencia Episcopal, este seminarista diocesano lo vincula con el camino sinodal que la Iglesia de Salamanca está viviendo, “que también tiene que ser salir de la comodidad de lo que tiene uno, y abrirse al camino compartido con otros, con otras realidades, y sin miedo, porque todos somos Iglesia y la formamos en este camino”. Y como seminarista tiene que dejarse acompañar, por los sacerdotes, otros jóvenes en formación como él, “pero sobre todo, con la gente de las parroquias, a nivel de experiencia de fe, uno aprende mucho más de la vivencia, que de lo que pueda uno transmitir y decir”.
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