ACTUALIDAD DIOCESANA

25/08/2023

Una experiencia viva de fe junto a miles de jóvenes: la JMJ de Lisboa

Los peregrinos de la Diócesis de Salamanca hacen balance de la experiencia que han vivido en Portugal del 31 de julio al 6 de agosto, donde han participado en celebraciones presididas por el papa Francisco, cuyas palabras han calado en sus corazones

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

“La alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo. Yo les pregunto a ustedes: ustedes que están aquí, que han venido a encontrarse, a buscar el mensaje de Cristo, a buscar un sentido lindo a la vida, ¿esto se lo van a quedar para ustedes o lo van a llevar a los otros? ¿Qué opinan? ¡Es para llevarlo a los otros porque la alegría es misionera! Y entonces, yo tengo que llevar esa alegría a los demás”, apuntó el papa Francisco a los jóvenes que participaron en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud, el pasado 5 de agosto, en el denominado Campo da Graça (Parque do Tejo), donde se congregaron más de un millón y medio de personas.

El santo padre realizó esta invitación a los jóvenes peregrinos, entre ellos, 112 de la Diócesis de Salamanca, que una vez regresen a sus casas, compartan lo vivido, que sin duda, ha marcado sus vidas para siempre, como ellos mismos reconocen.

Tras vivir los Días en la Diócesis, en la zona de Aveiro, en Ouca, los 43 jóvenes que participaron se reunieron el 31 de julio en Estoril con los 69 peregrinos que venían solo a la JMJ. Ese día, previo  a la inauguración de las jornadas, se celebró un encuentro de los jóvenes españoles, más de 40.000 personas, con una eucaristía y un festival de música en los jardines del Casino de Estoril, Estoril Garden. Una marea azul con camisetas en los que se podía leer: “Olá Portugal. Somos los vecinos de al lado”.

Visita del obispo de Salamanca a Estoril

El día 1, los jóvenes recibieron la visita del obispo, Mons. José Luis Retana, a la Escuela de Teatro de Estoril, donde pernoctaban, y tras un rato de charla junto a ellos, presidió la eucaristía en la iglesia de San Antonio. El 2 de agosto, el grupo de peregrinos de Salamanca participó en la primera catequesis (rise up), impartida por el obispo de Barbastro, Mons. Ángel Javier Pérez Pueyo, en el parque de Palmela, en Cascais, donde todos grabaron en sus corazones una frase: “Somos apóstoles de calle”. Por la tarde, tuvieron un encuentro con los peregrinos de Castilla y León en la iglesia-auditorium Senhora da Boa Novas, donde también estaban presentes sus obispos.

El jueves, 3 de agosto, el grupo se desplazó hasta Lisboa para participar en la ceremonia de acogida con el papa Francisco, en el parque de Eduardo VII, después de acudir por la mañana a la catequesis del obispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro, en Cascais. En ese encuentro, el Santo Padre pronunció uno de los mensajes que más ha marcado a los jóvenes en la JMJ: “En la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso Jesús lo dice claramente. ¡Todos, todos, todos!”.

Otro de los momentos que más han marcado a los jóvenes salmantinos fue el vía crucis del papa, el viernes, 4 de agosto, de nuevo, en el parque de Eduardo VII, y ante 800.000 personas. La primera invitación a los jóvenes fue que caminen con Jesús: “Porque él caminó curando enfermos, atendiendo a pobres, predicando…”, les alentó. Además, esa misma mañana, los peregrinos de la diócesis también visitaron la Ciudad de la Alegría, donde se encontraba la feria vocacional, la capilla y el parque del perdón, y donde pudieron conocer diferentes realidades y movimientos de vida cristiana, y confesarse.

La vigilia y misa de envío, en el parque Tejo

El sábado, 5 de agosto, y el domingo, 6, las celebraciones de la Jornada Mundial de la  Juventud se trasladaron al parque Tejo (Campo da Graça), donde participaron en la vigilia y la misa de envío. De nuevo, dos de los momentos que más dejaron huella en sus corazones, con frases que han compartido a su regreso a casa: “La única manera en que es lícito, la única situación en que es lícito mirar a una persona de arriba para abajo es —lo digan ustedes— para ayudar a levantarse”.

El delegado de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Salamanca, el sacerdote, Andrés González Buenadicha, resume esta experiencia en tres aspectos concretos. El primero de ellos, que ha sido una experiencia “viva” de encuentro con Jesús resucitado, “con otros jóvenes venidos de distintos rincones del planeta, con distintas sensibilidades y sobre todo, un encuentro en la Iglesia joven, en ese cuerpo joven de Cristo”.

Y después de lo vivido junto a los peregrinos de la diócesis, este responsable subraya que la ciudad de Lisboa ha estado “teñida de colores”, y sobre todo, “teñida con el corazón de los jóvenes”. Para este presbítero, ha sido una experiencia viva de encuentro con Jesús, “que nos ha ayudado a ir descubriendo cuál es el sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros, una experiencia viva, sobre todo, a través de todo lo que se nos ha ofrecido”. El delegado de Pastoral Juvenil añade que en cada catequesis, concierto o celebración, “hemos podido encontrarnos con ese Jesús que se hace el encontradizo con cada uno de nosotros”.

“Sembrando la palabra en el corazón”

Otra de las ideas que entresaca de esta experiencia es que la JMJ, “es una escuela de verano”, y con ello quiere decir que, “donde se ha ido sembrando palabra a palabra en el corazón de cada uno de nosotros, en el corazón de los jóvenes”. Y aclara que ha sido el Señor, “el que ha ido sembrando palabras de vida, de esperanza, de aliento”.

Andrés González cree que los jóvenes han ido almacenando en el corazón todas esas palabras, “que nos han llegado de esta persona, y de aquella otra, y nos hemos traído como ese equipaje interior”.  Su deseo ahora es que todas esas palabras, “fructifiquen”, y que no queden ahí como algo más, “como si hubiéramos simplemente consumido una experiencia más que se nos ha ofrecido desde la diócesis, sino que toda esa palabra recibida y que nos ha llegado tan generosa y tan gratuitamente, ahora fructifique nuestros ambientes, donde estamos cada uno de nosotros, en la cofradía, en el colegio, en la parroquia,  en la diócesis o en la Iglesia Universal, donde cada uno estemos”.

Este sacerdote invita a los jóvenes a que esas “grandes lecciones de vida, de sentido, de vivir de otra manera”, tengan su eco. “De esas palabras que nos ha tocado tanto del papa Francisco, como que en la Iglesia cabemos todos, o aquello de que el que ama, corre, vuela y sale al encuentro del otro, o en las que nos decía, por ejemplo, que solo hay una cosa gratis, que es el amor de Jesús”. Andrés González también menciona el mensaje de la eucaristía de envío, y que también repitió en otros momentos: “No tengáis miedo”.

En tercer y último lugar, comparte en “mayúsculas” la palabra “gratitud“,  “a la delegación española, a los jóvenes que hemos participado, a la vida consagrada, a los compañeros sacerdotes, a nuestro obispo, don José Luis, que se ha hecho presente en muchos momentos en la jornada, y al sucesor de Pedro”. En concreto, para este sacerdote ha sido muy emocionante “ver a un anciano de 86 años transmitir con tanta alegría y con tanta frescura el evangelio, la pasión y la belleza de creer”.

“Algo inolvidable e imborrable”

Tampoco quiere olvidar a los voluntarios, “que han hecho posible que esta jornada quede en el recuerdo y sea algo inolvidable e imborrable en nuestras vidas”. También agradece a cada persona que ha puesto su granito de arena para que estos días “hayan sido entrañables y muy especiales”.

Y entre todos los mensajes compartidos por el papa Francisco, se queda con el que pronunció en el encuentro con los voluntarios, “ojalá que estas palabras se hagan vida también en nosotros, los salmantinos, y aquí, en nuestra diócesis”. El santo padre les decía a los jóvenes, “que siguieran manteniendo en las olas del amor, en las olas de la caridad, que sean surfistas del amor“.

Y esa misma tarea es que Andrés González quiere encomendar tras la Jornada Mundial de la juventud, “que sea la primera de muchas olas de bien, y cada vez serán llevados más altos y más cerca de Dios”. Su deseo es que tanto sacerdotes como vida consagrada, “sepamos acompañar a estos jóvenes que gritaban, somos la juventud del papa, y que ellos tomen el ahora de Dios”, y que este curso, a punto de comenzar, “podamos vivir todo esto que hemos guardado y almacenado en el corazón”.

El corazón más lleno de amor”

Dentro del grupo de jóvenes estaban representadas las cofradías de Salamanca, con cuatro peregrinos de la Cofradía del Cristo Yacente.  Entre ellos, Sara Seguín, que para ella, esta JMJ era muy especial: “Porque he ido a varias, y todas las he compartido con una persona que ya no está con nosotros,  y venía un poco con el corazón cerrado, a ver qué me encontraba o qué sentía, con muchas dudas”. Y una vez vivida la experiencia, esta joven cofrade asegura que ha encontrado muchas respuestas a todas las preguntas que tenía, “me voy con el corazón más lleno“.

Además, reconoce que ha sido una experiencia, “muy gratificante”, y se va, “muy contenta y muy llena de amor“. Uno de los momentos en los que más se ha emocionado es en el vía crucis con el papa: “En una de las estaciones, cuando Jesús cae por segunda vez, dicen que cada uno lleva su cruz, y que todos caemos, pero siempre tenemos a alguien al lado que nos ayuda a levantarnos”, y Sara afirma que se emocionó mucho, “pero enseguida los que tenía alrededor vinieron a abrazarme, y me sentí muy bien”.

De la misma hermandad es Roberto Sánchez, que para él era su primera JMJ, y como admite, “venía con mucha expectación porque no sabía lo que me iba a encontrar, y estoy muy satisfecho, porque creo que ha sido importante que jóvenes de las cofradías hayan participado en este viaje conjunto con todos los jóvenes de la Diócesis de Salamanca”.

Para este joven, de todo lo vivido, se queda con la viveza en la que se manifiesta la fe, “y que hemos compartido todos juntos”. Asimismo, se queda con unas palabras del santo padre en el vía crucis con los jóvenes,”donde manifestaba el amor de Jesús hacia los demás”.

“Más lleno de esperanza”

Y a modo de conclusión, viendo lo vivido, Roberto cree que la fuerza de Dios, “siempre se abre paso a pesar de todas las distracciones que podamos tener a nuestro alrededor, porque encuentra a las personas para abrirse paso, y es lo que a mí me satisface y me llena de esperanza, porque creo que hay mucha gente que vive su fe, que la manifiesta, que está orgulloso de ella y que la transmite hacia los demás”.

Otro de los participantes de la JMJ ha sido el seminarista de la diócesis, Mario Cabrera, quien también destaca como el momento que más le ha marcado, el vía crucis de los jóvenes con el santo padre:  “Donde lo pudimos saludar muy de cerca, y pudimos rezar con él en las diferentes estaciones, que incluían testimonios de personas, que como Jesús, también en la vida se han caído, pero han sabido levantarse con la ayuda de Dios y con la ayuda de los distintos hermanos”, subraya.

Cabrera se queda con una frase del papa Francisco en la ceremonia de apertura: “En la iglesia cabemos todos, todos, y lo repitió tres veces, porque es lo que nosotros hemos vivido estos días, donde nos han acogido las diferentes familias, como si acogieran al mismo Jesús en su casa”.

Varios momentos de gracia

Este joven seminarista también se queda con la sensación de compartir la fe con tantos miles de jóvenes, “para mí ha sido un auténtico momento de gracia, donde me he podido encontrar con el Señor, que nos ha dicho, levántate como también se lo dijo a la Virgen, y nos hemos puesto en camino para anunciar el Evangelio de Dios a nuestro mundo“.

El obispo Mons. José Luis Retana junto a los jóvenes peregrinos salmantinos en el encuentro de las Diócesis de Castilla y León

De la parroquia de El Milagro de San José procede Alberto Rodríguez, que también ha vivido su primera JMJ, y su primera intención era disfrutar junto a su grupo de amigos, “y vivir una experiencia muy bonita con la fe, la unión”. A este joven le marcó la primera catequesis a la que asistieron, del obispo de Barbastro, Mons. Ángel Javier Pérez Pueyo, “me quedo con una palabra que dijo, que fue conexión“.

Y subraya que incluso en mitad de las aglomeraciones de gente, “siempre salíamos unidos, para no perdernos, y eso es conexión y unión“. A Alberto también le ha impresionado los sentimientos de la gente al ver pasar al papa con su papamovil, “las lágrimas que se caen”.

Uno de los nueve sacerdotes que han acompañado a los jóvenes en esta Jornada Mundial de la Juventud es Fernando García Gutiérrez, que la califica como “una experiencia bonita de Dios“. De los mensajes recibidos estos días, tanto en las catequesis como en los encuentros con el santo padre, este presbítero se queda con la idea de que “sin estar conectados al Señor, no podemos ser apóstoles, ni podemos ser nada”.

“Cruces vividas desde Jesús”

También se queda con un mensaje del papa en el vía crucis de los jóvenes. “Las cruces en la vida compartidas y vividas desde Jesús y con los hermanos, se hacen cruces más llevaderas, y se pueden convertir en amor que nos acompaña, que nos ayuda a caminar”, asegura. A Fernando García, vivir esta JMJ, le ha provocado un sentimiento de esperanza, “no es una Iglesia todavía envejecida del todo, todavía hay mucha esperanza, hay mucho rostro de jóvenes, con mucha alegría y con mucha ilusión”. Para él, la JMJ “es una inyección de fuerza para seguir transmitiendo el amor de Dios“.

Entre los jóvenes peregrinos de la Diócesis de Salamanca se encontraban integrantes de diferentes grupos diocesanos, como Pastoral Universitaria o Juvenil, y dentro de esta última, de Molokai, Ohana o Jerut, como es el caso de Cristina Ramos, quien subraya el hecho de ver a millones de personas “unidas y felices por una misma fe, por un mismo fin”. De nuevo, ella también se queda con el mensaje del papa Francisco sobre que la Iglesia es unidad y de “todos”, y considera que se ha demostrado en la JMJ.

En su caso, al regresar a Salamanca, y en su profesión de maestra, “quiero seguir conectando con las personas, y demostrando que la fe no está muerta, está viva en cada uno de nosotros”. Para Cristina, las palabras del santo padre es como si “Dios me hablara de forma directa y personal“, como una llamada “a seguir luchando y viviendo”.

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